El labio leporino, denominado así por recordar al de una liebre en su forma, consiste en la separación del labio superior debido a un defecto congénito que se produce en el embrión, es también llamado labio fisurado y suele ir acompañado del paladar hendido.
Se trata de una deformidad de la cara que se produce durante los tres primeros meses de gestación, el desarrollo facial es incompleto o anormal y a consecuencia de ello se produce un crecimiento descompensado de los dos lados del labio.
Esta descompensación puede alargarse hacia el paladar, una prolongación que afecta a todo el paladar desde la cavidad bucal hasta la cavidad de la nariz. Se trata de una de las malformaciones congénitas más frecuentes, la padece un 15% de recién nacidos.